Espazos urbanos (2 de 2)

Vistos os antecedentes, poderiamos deixarnos vencer pola desazón e -unha vez máis- deixar facer. Pero non só hai motivos para o optimismo, senón que existen xa cidades aplicando un mellor modelo de habitabilidade, como nos exemplos citados no anterior artigo; polo tanto, xa non semella tan difícil atopar referencias válidas que nos permitan dar os primeiros pasos.

Partindo da base de que o coñecemento compartido é moito máis eficaz cando de acadar melloras sociais se trata, parece evidente que os espazos colaborativos resultarían idóneos para recoller e desenvolver alternativas ás políticas actuais. Convén recordar asimesmo que a rúa é o espazo por excelencia onde levar a cabo as actuacións de difusión e participación cidadá que debe ser reivindicado.

Vexamos agora algunhas ferramentas ao noso alcance como cidadáns que poden axudar a crear un tecido urbano colaborativo como alternativa ao modelo exclusivamente neoliberal que estamos a padecer. Quizáis algunhas destas ideas poidan parecer tan só curiosas ou ‘pintorescas’, mais detrás de cada unha delas hai un traballo previo de reflexión que debemos valorar no momento de seguir o seu exemplo, evitando así percorrer camiños equivocados.

É ben sabido que unha das consecuencias da intervención do home no medio natural é a mortandade das abellas, unha situación que dende as cidades pode desfacerse en parte mediante a implantación de colmenas urbanas xestionadas de xeito colaborativo. Con esta iniciativa acádanse diversos obxectivos como reverter o descenso da poboación das abellas, cultivo do mel para consumo e/ou venda aos restaurantes da zona como producto de proximidade, fortalecemento do tecido laboral que se crearía arredor da construcción.

De entre las posibles alternativas actuais ao uso público de espazos cómpre salientar o mapeado. Trátase dun xeito de participación da cidadanía na confección de cartografías urbanas que facilitarían a toma de decisións a pé de rúa e ao alcance de tod@s. O sistema parte da xeolocalización dos elementos urbanos polos participantes mediante gps. Unha vez confeccionadas as cartografías, sería posible definir -por exemplo- itiinerarios peonís seguros, percorridos para persoas con mobilidade limitada, etc.

E, por suposto, non podemos esquecer as hortas urbanas colaborativas como lugar de encontro e participación cidadá a reivindicar, aínda que na nosa vila (pola cercanía do ámbito rural) poida parecer innecesario. O espazo urbano no que desenvolver esta actividade entraría dentro da competencia municipal, polo que podería solicitarse o uso público de espazos en zonas verdes. Para a xestión, crearíanse grupos de traballo nos que compartir coñecementos, organizar cultivos, etc. de xeito totalmente diferente ás hortas individuais dispoñibles, o que axudaría a rescatar oficios vencellados á agricultura.

O obxectivo destas breves liñas é fornecer de ideas que poidan facer máis habitables as cidades, diluindo a raia que o urbanismo traza como límite entre o urbán e o rural, permitindo a imbricación de ambas culturas. Colaboración é o término clave, xa que o traballo en grupo permite que a participación cidadá manteña o interese polo común en detrimento do individual, facendo EDUCACIÓN con maiúsculas, e a pé de rúa. Con ferramentas colaborativas foralecense ademáis aspectos como a convivencia que nas cidades vense decote esquecidos, facilitando a creación de emprego, e a integración de colectivos desfavorecidos.


Vistos los antecedentes, podríamos dejarnos vencer por la desazón y -una vez más- dejar hacer. Pero no sólo hay motivos para el optimismo, sino que existen ya ciudades aplicando un mejor modelo de habitabilidad, como los ejemplos citados en el anterior artículo; por lo tanto, ya no parece tan difícil encontrar referencias válidas que nos permitan dar los primeros pasos.

Partiendo de la base de que el conocimiento compartido es mucho más eficaz cuando de conseguir mejoras sociales se trata, parece evidente que los espacios colaborativos resultarían idóneos para recoger y desarrollar alternativas a las políticas actuales. Conviene recordar asimismo que la calle es el espacio por excelencia donde llevar a cabo las actuaciones de difusión y participación ciudadana que debe ser reivindicado.

Veamos ahora algunas herramientas a nuestro alcance como ciudadanos que pueden ayudar a crear un tejido urbano colaborativo como alternativa al modelo exclusivamente neoliberal que estamos padeciendo. Quizás algunas de estas ideas puedan parecer tan sólo curiosas o ‘pintorescas’, mas detrás de cada una de ellas hay un trabajo previo de reflexión que debemos valorar en el momento de seguir su ejemplo, evitando así recorrer caminos equivocados.

Es bien sabido que una de las consecuencias de la intervención del hombre en medio natural es la mortandad de las abejas, una situación que desde las ciudades puede deshacerse en parte mediante la implantación de colmenas urbanas gestionadas de manera colaborativa. Con esta iniciativa se consiguen diversos objetivos como revertir el descenso de la población de las abejas, cultivo de la miel para consumo y/o venta a los restaurantes de la zona como producto de cercanía, fortalecimiento del tejido laboral que se crearía alrededor de la construcción…

De entre las posibles alternativas al uso público de espacios debe destacarse el mapeado. Se trata de una manera de participación de la ciudadanía en la confección de cartografías urbanas que facilitarían la toma de decisiones a pie de calle y al alcance de tod@s. El sistema parte de la geolocalización de los elementos urbanos por los participantes mediante GPS. Una vez confeccionadas las cartografías, sería posible definir -por ejemplo- itinerarios peatonales seguros, recorridos para personas con movilidad limitada, etc.

Y, por supuesto, no podemos olvidar las huertas urbanas colaborativas como lugar de encuentro y participación ciudadana a reivindicar, aunque en nuestra villa (por la cercanía del ámbito rural) pueda parecer innecesario. El espacio urbano en el que desarrollar esta actividad entraría dentro de la competencia municipal, por lo que podría solicitarse el uso público de espacios en zonas verdes. Para la gestión, se crearían grupos de trabajo en los que compartir conocimientos, organizar cultivos, etc. de manera totalmente diferente a las huertas individuales disponibles, lo que ayudaría a rescatar oficios vinculados a la agricultura.

El objetivo de estas breves líneas es proporcionar ideas que puedan hacer más habitables las ciudades, diluyendo la raya que el urbanismo traza como límite entre lo urbano y lo rural, permitiendo la imbricación de ambas culturas. Colaboración es el término clave, ya que el trabajo en grupo permite que la participación ciudadana mantenga el interés por lo común en detrimento de lo individual, haciendo EDUCACIÓN con mayúsculas, y a pie de calle. Con herramientas colaborativas se fortalecen, además, aspectos como la convivencia, que en las ciudades se ven a menudo olvidados, facilitando la creación de empleo y la integración de colectivos desfavorecidos.

Deixar un comentario

Este sitio emprega Akismet para reducir o spam. Aprende como se procesan os datos dos teus comentarios.

Blog en WordPress.com.

Subir ↑